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Un verdadero siervo de Dios nunca enseñará una doctrina falsa. Nunca negará una nueva revelación. Nunca le dirá que el canon de las Escrituras está completo, o que el Nuevo Testamento es la última revelación que se le ha dado al hombre.
Un verdadero siervo de Dios nunca enseñará una doctrina falsa. Nunca negará una nueva revelación. Nunca le dirá que el canon de las Escrituras está completo, o que el Nuevo Testamento es la última revelación que se le ha dado al hombre.