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  • Como empresario, sabía que si mi empresa fracasaba, siempre podría volver a intentarlo. Por eso, a menudo tenía la sensación de que el único riesgo real de verdadera ruina financiera procedía de la posibilidad de una enfermedad grave que, o bien superara los límites de por vida de mi plan de seguros, o bien no estuviera cubierta debido a una rescisión.