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  • La cruda realidad es que apenas estamos "educando" a los niños. Incluso si pasamos por alto la culpa, el miedo, el fanatismo y la peligrosa palabrería antiintelectual que las escuelas de la derecha religiosa introducen en los cerebros de los más jóvenes, lo que estamos haciendo es entrenar a los niños para que sean engranajes del comercio.