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Ningún hombre merece ser alabado por su bondad, si no tiene en su poder ser malvado. La bondad sin ese poder no es, por lo general, más que pereza o impotencia de la voluntad.
Ningún hombre merece ser alabado por su bondad, si no tiene en su poder ser malvado. La bondad sin ese poder no es, por lo general, más que pereza o impotencia de la voluntad.