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La honestidad es el juego más cruel de todos, porque no sólo puedes herir a alguien -y herirle hasta los huesos-, sino que al mismo tiempo puedes sentirte honrado de ti mismo por ello.
La honestidad es el juego más cruel de todos, porque no sólo puedes herir a alguien -y herirle hasta los huesos-, sino que al mismo tiempo puedes sentirte honrado de ti mismo por ello.