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Veo a mujeres de 30 años haciéndose cirugía plástica, levantándose esto y remetiéndose aquello. Es como una pendiente resbaladiza: una vez que empiezas, tiras de una cosa hacia un lado y luego piensas: 'Dios mío, tengo que hacer el otro lado'.
Veo a mujeres de 30 años haciéndose cirugía plástica, levantándose esto y remetiéndose aquello. Es como una pendiente resbaladiza: una vez que empiezas, tiras de una cosa hacia un lado y luego piensas: 'Dios mío, tengo que hacer el otro lado'.