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Para cualquiera de las que estamos hoy en esta sala, empecemos por admitir que somos afortunadas. No vivimos en el mundo en el que vivieron nuestras madres, nuestras abuelas, en el que las opciones profesionales para las mujeres eran tan limitadas.
Para cualquiera de las que estamos hoy en esta sala, empecemos por admitir que somos afortunadas. No vivimos en el mundo en el que vivieron nuestras madres, nuestras abuelas, en el que las opciones profesionales para las mujeres eran tan limitadas.