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Sentir mucho por los demás y poco por nosotros mismos, que refrenar nuestro egoísmo y complacer nuestros afectos benévolos, constituye la perfección de la naturaleza humana.
Sentir mucho por los demás y poco por nosotros mismos, que refrenar nuestro egoísmo y complacer nuestros afectos benévolos, constituye la perfección de la naturaleza humana.