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Si somos capaces de arrancarnos la venda del autoengaño de los ojos y aflojar la mordaza de la abnegación de nuestras voces, podremos devolver la grandeza a nuestro país.
Si somos capaces de arrancarnos la venda del autoengaño de los ojos y aflojar la mordaza de la abnegación de nuestras voces, podremos devolver la grandeza a nuestro país.