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Nuestro Padre celestial comprende nuestra decepción, sufrimiento, dolor, miedo y duda. Él siempre está ahí para alentar nuestros corazones y ayudarnos a comprender que Él es suficiente para todas nuestras necesidades. Cuando acepté esto como una verdad absoluta en mi vida, descubrí que mi preocupación cesó.