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No es tanto por su belleza por lo que el bosque reclama los corazones de los hombres, sino por ese algo sutil, esa cualidad del aire que emana de los viejos árboles, que tan maravillosamente cambia y renueva un espíritu cansado.
No es tanto por su belleza por lo que el bosque reclama los corazones de los hombres, sino por ese algo sutil, esa cualidad del aire que emana de los viejos árboles, que tan maravillosamente cambia y renueva un espíritu cansado.