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Cada mañana mis personajes me saludan con rostros empañados dispuestos, aunque helados, a reunirse para avanzar otro día por las deslumbrantes arenas movedizas del pantano del papel en blanco.
Cada mañana mis personajes me saludan con rostros empañados dispuestos, aunque helados, a reunirse para avanzar otro día por las deslumbrantes arenas movedizas del pantano del papel en blanco.