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Tienes derecho a decir que no. La mayoría de nosotros tenemos unos músculos del "no" muy débiles y flácidos. Nos sentimos culpables por decir que no. Nos condenan al ostracismo y nos desafían por decir que no, así que olvidamos que es nuestra elección. Hay que fortalecer el músculo del "no" para poder decir: "No me importa si eso es lo que quieres. No quiero eso. No'.