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Y así, nuestras madres y abuelas han transmitido, la mayoría de las veces de forma anónima, la chispa creadora, la semilla de la flor que ellas mismas nunca esperaron ver, o como una carta sellada que no pudieron leer con claridad.
Y así, nuestras madres y abuelas han transmitido, la mayoría de las veces de forma anónima, la chispa creadora, la semilla de la flor que ellas mismas nunca esperaron ver, o como una carta sellada que no pudieron leer con claridad.