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Somos como caballos que se hacen daño en cuanto tiran del bocado, y agachamos la cabeza. Incluso perdemos la conciencia de la situación, simplemente nos sometemos. Cualquier despertar del pensamiento es entonces doloroso.
Somos como caballos que se hacen daño en cuanto tiran del bocado, y agachamos la cabeza. Incluso perdemos la conciencia de la situación, simplemente nos sometemos. Cualquier despertar del pensamiento es entonces doloroso.