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  • Conducir un stock car no requiere mucha habilidad, al menos en comparación con las carreras de Gran Premio, porque los circuitos son simples óvalos peraltados y casi no hay cambio de marchas. Por lo tanto, la clasificación se convierte en una prueba de nervios, de lo rápido que un hombre está dispuesto a tomar una curva.

    Tom Wolfe (2009). “The Kandy-Kolored Tangerine-Flake Streamline Baby”, p.147, Macmillan