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  • Si escucháramos a nuestro intelecto, nunca tendríamos una relación amorosa. Nunca tendríamos una amistad. Nunca haríamos negocios, porque seríamos cínicos. Bueno, eso es una tontería. Tienes que saltar de los acantilados todo el tiempo y construir tus alas en el camino hacia abajo.