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Por ejemplo, en el planeta Tierra, el hombre siempre se ha creído más inteligente que los delfines porque ha conseguido muchas cosas -la rueda, New York, las guerras, etc.-, mientras que los delfines sólo se han dedicado a divertirse en el agua. Pero, a la inversa, los delfines siempre habían creído que eran mucho más inteligentes que el hombre, precisamente por las mismas razones.