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Los viejos amantes siguen el camino de las viejas fotografías, blanqueándose gradualmente como en un lento baño de ácido: primero los lunares y granos, luego las sombras. Después, los propios rostros, hasta que sólo quedan los contornos generales.
Los viejos amantes siguen el camino de las viejas fotografías, blanqueándose gradualmente como en un lento baño de ácido: primero los lunares y granos, luego las sombras. Después, los propios rostros, hasta que sólo quedan los contornos generales.