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Pensar en algo es como coger una piedra al dar un paseo, ya sea saltando piedras en la playa, por ejemplo, o buscando la forma de destrozar las puertas de cristal de un museo. Cuando piensas en algo, eso añade un poco de peso a tu paseo, y a medida que piensas en más y más cosas es probable que te sientas cada vez más pesado, hasta que estés tan agobiado que no puedas dar ningún paso más, y sólo puedas sentarte y mirar los suaves movimientos de las olas del mar o a los guardias de seguridad, pensando demasiado en demasiadas cosas como para hacer otra cosa.