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No siempre recordamos las cosas que no nos honran. Las justificamos, las cubrimos con brillantes mentiras o con el espeso polvo del olvido. Todas las cosas que Sombra había hecho en su vida de las que no se sentía orgulloso, todas las cosas que deseaba haber hecho de otro modo o haber dejado de hacer, se abalanzaron sobre él en una tormenta de culpa, arrepentimiento y vergüenza, y no tenía dónde esconderse de ellas. Estaba tan desnudo y expuesto como un cadáver sobre una mesa, y el oscuro Anubis, el dios chacal, era su fiscal, su acusador y su perseguidor.