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  • Su corazón latía cada vez más rápido a medida que el rostro blanco de Daisy se acercaba al suyo. Sabía que cuando besara a aquella muchacha, y uniera para siempre sus visiones inconfesables a su aliento perecedero, su mente no volvería a retozar como la mente de Dios. Así que esperó, escuchando un momento más el diapasón que había sido pulsado sobre una estrella. Entonces la besó. Al contacto de sus labios, ella floreció como una flor y la encarnación se completó.

    The Great Gatsby ch. 6 (1925)