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Esta es la verdadera felicidad: no tener ambiciones y trabajar como un caballo como si las tuvieras. Vivir lejos de los hombres, no necesitarlos y sin embargo amarlos. Tener las estrellas arriba, la tierra a tu izquierda y el mar a tu derecha y darte cuenta de repente de que, en tu corazón, la vida ha realizado su último milagro: se ha convertido en un cuento de hadas.