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Érase una vez en Berlín, Alemania, un hombre llamado Albinus. Era rico, respetable y feliz; un día abandonó a su esposa por una joven amante; amó, pero no fue amado, y su vida acabó en desastre. Esta es toda la historia, y podríamos haberla dejado así si no hubiera habido beneficio y placer en contarla; y aunque hay mucho espacio en una lápida para contener, envuelta en musgo, la versión abreviada de la vida de un hombre, los detalles son siempre bienvenidos.