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  • Cuando un niño descubre por primera vez a los adultos, cuando se le mete en la cabeza por primera vez que los adultos no siempre tienen inteligencia divina, que sus juicios no siempre son sabios, sus pensamientos verdaderos, sus sentencias justas, su mundo cae en una desolación de pánico. Los dioses han caído y toda la seguridad ha desaparecido. Y hay una cosa segura sobre la caída de los dioses: no caen un poco; se estrellan y se hacen añicos o se hunden profundamente en el fango verde. Reconstruirlos es un trabajo tedioso; nunca llegan a brillar del todo. Y el mundo del niño nunca vuelve a estar completo. Es un tipo de crecimiento doloroso.