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Un escritor escrupuloso, en cada frase que escriba, se hará al menos cuatro preguntas, así: 1. ¿Qué intento decir? 2. ¿Qué palabras lo expresarán? 3. ¿Qué imagen o expresión idiomática lo hará más claro? 4. 4. ¿Es esta imagen lo suficientemente fresca como para surtir efecto?