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Ahora, pues, mientras el matiz juvenil se asienta en tu piel como el rocío de la mañana, y mientras tu alma dispuesta transpira en cada poro fuegos instantáneos, divirtámonos mientras podamos, y ahora, como amorosas aves de rapiña, más bien devoremos de una vez nuestro tiempo que languidezcamos en su lento poder. Enrollemos nuestra fuerza y toda nuestra dulzura en una bola Y rasguemos nuestros placeres con áspera lucha A través de las puertas de hierro de la vida: Así, aunque no podamos hacer que nuestro sol se detenga, lo haremos correr.