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La gente nunca parecía darse cuenta de que, al ahorrar tiempo, estaban perdiendo algo más. A nadie le importaba admitir que la vida era cada vez más pobre, sombría y monótona. Los que más lo sentían eran los niños, porque ya nadie tenía tiempo para ellos. Pero el tiempo es la vida misma, y la vida reside en el corazón humano. Y cuanta más gente ahorraba, menos tenía.