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Ya, ya", dijo mi padre. "Vamos a por las maletas". Esto era típico. Mi padre, el único varón de nuestro hogar repleto de estrógenos, siempre había afrontado cualquier tipo de situación o conflicto emocional haciendo algo concreto y específico. ¿Discusión sobre calambres y flujo abundante en la mesa del desayuno? Se levantaba y salía por la puerta para cambiar el aceite de uno de nuestros coches. ¿Llegabas a casa llorando por razones que no querías comentar? Iba a prepararte un queso a la plancha, que probablemente acabaría comiéndose. ¿Crisis familiar en un lugar público? Bolsas. Coge las bolsas.