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Clare había estudiado las curvas de aquellos labios tantas veces que podía reproducirlas mentalmente con facilidad: y ahora, cuando se enfrentaban de nuevo a él, revestidos de color y vida, enviaban un aura sobre su carne, una brisa a través de sus nervios, que casi le producían un escalofrío; y en realidad le producían, por algún misterioso proceso fisiológico, un prosaico estornudo.