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Y sentí que mi corazón se había roto tan profunda e irreparablemente que no podía volver a sentir verdadera alegría, que como mucho podría llegar a sentirme un poco satisfecha. Todo el mundo quería que buscara ayuda y me reincorporara a la vida, que recogiera los pedazos y siguiera adelante, y yo lo intenté, quise hacerlo, pero solo tuve que quedarme tumbada en el barro con los brazos enroscados a mi alrededor, los ojos cerrados, afligida, hasta que ya no tuve que hacerlo más.