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Era la primera vez que se asomaba al laberinto del alma humana. Estaba muy lejos de comprender lo que veía. Pero lo que era más valioso, sintió y sufrió con ella. En los años que aún estaban por venir, revivió este recuerdo en canciones, en la canción más hermosa que este mundo ha conocido. Porque la comprensión de la indefensión del alma, del conflicto entre los dos polos, no es la fuente de la canción más grande. La fuente de la mejor canción es la simpatía.