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Un núcleo de verdad se esconde en el corazón de la religión, porque la experiencia espiritual, el comportamiento ético y las comunidades fuertes son esenciales para la felicidad humana. Y, sin embargo, nuestras tradiciones religiosas son intelectualmente caducas y políticamente ruinosas. Aunque la experiencia espiritual es claramente una propensión natural de la mente humana, no tenemos por qué creer nada basándonos en pruebas insuficientes para actualizarla.