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  • Porque los hombres y las mujeres no son sólo ellos mismos; también son la región en la que nacieron, el apartamento de la ciudad o la granja en la que aprendieron a caminar, los juegos a los que jugaban de niños, los cuentos de viejas que escuchaban, la comida que comían, las escuelas a las que asistían, los deportes que seguían, los poetas que leían y el Dios en el que creían. Todo eso es lo que les ha convertido en lo que son, y eso es lo que no se puede saber de oídas.