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  • Qué dulce es la seguridad, qué reconfortante es la paz que proviene del conocimiento de que si nos casamos bien y vivimos bien, nuestra relación continuará, a pesar de la certeza de la muerte y del paso del tiempo. Los hombres pueden escribir canciones de amor y cantarlas. Pueden anhelar, esperar y soñar. Pero todo esto será sólo un anhelo romántico a menos que haya un ejercicio de autoridad que trascienda los poderes del tiempo y de la muerte.