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Es cosa feliz que el tiempo calme los anhelos de venganza y acalle los impulsos de rabia y aversión. Había dejado a esta mujer con amargura y odio, y ahora volvía a ella sin otra emoción que una especie de compasión por sus grandes sufrimientos, y un fuerte anhelo de olvidar y perdonar todas las injurias, de reconciliarme y estrechar mis manos en amistad.