Así funciona la mente: el cerebro está genéticamente predispuesto a la organización, pero si no se le controla, enlazará incluso el fragmento más imaginario con otro con la pretensión más endeble y de la manera más libre, como si sintiera una especie de placer orgánico en la asociación creativa, sin tener en cuenta la lógica o la secuencia cronológica.