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  • Al observarlo durante los primeros minutos de su parto, Cecilia sintió una agradable sensación de hundimiento en el estómago al contemplar lo deliciosamente autodestructivo que sería, casi erótico, estar casada con un hombre tan casi guapo, tan enormemente rico, tan insondablemente estúpido. La llenaría de sus hijos cabezones, todos ellos niños ruidosos y estúpidos apasionados por las armas, el fútbol y los aviones.