La cogió, ella cayó, la cogió en brazos, la abrazó con fuerza inconsciente de lo que hacía. La sostuvo, aunque tambaleándose. Sintió como si su cabeza se llenara de humo; destellos de luz se deslizaban a través de sus párpados; sus pensamientos se desvanecían; le parecía que estaba realizando un acto religioso, y que estaba cometiendo una profanación. Además, no sentía ni un deseo apasionado por aquella mujer deslumbrante, cuya forma sentía contra su corazón. Estaba perdido en el amor.