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  • Pero creo que porque confiaban en sí mismos y se respetaban como individuos, porque sabían sin lugar a dudas que eran unidades valiosas y potencialmente morales, por eso podían dar a Dios su propio valor y dignidad y luego recibirlo de vuelta. Estas cosas han desaparecido quizá porque los hombres ya no confían en sí mismos, y cuando eso ocurre no queda más remedio que encontrar a algún hombre fuerte y seguro, aunque se equivoque, y colgarse de sus faldones.

    John Steinbeck (2002). “East of Eden”, p.16, Penguin