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Cuando somos despreocupados y sabios, percibimos que sólo las cosas grandes y dignas tienen existencia permanente y absoluta, que los temores mezquinos y los placeres insignificantes no son más que la sombra de la realidad.
Cuando somos despreocupados y sabios, percibimos que sólo las cosas grandes y dignas tienen existencia permanente y absoluta, que los temores mezquinos y los placeres insignificantes no son más que la sombra de la realidad.