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  • Se estaba despegando, estaba seguro de ello -sus huesos ya no estaban envueltos en carne, sino en nubes de polvo, en colibríes, libélulas y polillas luminosas-, pero su equilibrio era tan perfecto que no sentía miedo. Era inmenso, era múltiple, era dinámico, era eterno.

    Tom Robbins (2003). “Jitterbug Perfume”, p.227, Bantam