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No puedo expresar el desasosiego que me causaba esta intrusión de misterio y belleza en una habitación que por fin había llenado de mí mismo hasta el punto de no prestar más atención a la habitación que a mí mismo. Habiendo cesado la influencia anestesiante de la costumbre, empezaba a tener pensamientos y sentimientos, y son cosas tan tristes.