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  • Lo que llamamos nuestro destino es, en realidad, nuestro carácter, y ese carácter puede modificarse. Saber que somos responsables de nuestros actos y actitudes no tiene por qué ser desalentador, porque también significa que somos libres de cambiar ese destino. Uno no está esclavizado al pasado, que ha moldeado nuestros sentimientos, a la raza, a la herencia, al origen. Todo esto puede modificarse si tenemos el valor de examinar cómo nos ha formado. Podemos alterar la química siempre que tengamos el valor de diseccionar los elementos.