Advertía a mamá de que no desobedeciera la voluntad de Dios esperando demasiado de nosotras. "Enviar a una chica a la universidad es como echar agua en los zapatos", le sigue gustando decir, siempre que puede. Es difícil decir qué es peor, ver cómo se escurre y se desperdicia el agua, o ver cómo se retiene y se estropean los zapatos".