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Tu rostro, mi thane, es como un libro donde los hombres pueden leer cosas extrañas. Para engañar al tiempo, parécete al tiempo; lleva la bienvenida en tus ojos, en tu mano, en tu lengua: parécete a la inocente flor, pero sé la serpiente bajo ella.
Tu rostro, mi thane, es como un libro donde los hombres pueden leer cosas extrañas. Para engañar al tiempo, parécete al tiempo; lleva la bienvenida en tus ojos, en tu mano, en tu lengua: parécete a la inocente flor, pero sé la serpiente bajo ella.