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La verdadera prueba de la libertad es el derecho a ponerla a prueba, el derecho a cuestionarla, el derecho a hablar con mis vecinos, a cogerles por los hombros y mirarles a los ojos y preguntarles: "¿Somos libres?". He pensado que si somos libres, la respuesta no puede hacernos daño. Y si no somos libres, ¿no debemos oír la respuesta?