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Para algunos, la imagen de un cuerpo pálido brillando en una noche oscura susurra derrota. ¿De qué sirve un Dios que no controla el sufrimiento de su Hijo? Pero se oye otro sonido: el grito de un Dios que grita a los seres humanos: "TE AMO". El amor se comprimió para toda la historia en esa figura solitaria en la cruz, que dijo que podía llamar a los ángeles en cualquier momento en misión de rescate, pero prefirió no hacerlo... por nosotros. En el Calvario, Dios aceptó sus propios e inquebrantables términos de justicia. Cualquier debate sobre cómo encajan el dolor y el sufrimiento en el esquema de Dios conduce en última instancia a la cruz.