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  • Seguía encontrando la misma angustia, la misma duda; un autodesprecio que ni la ironía ni el intelecto parecían capaces de desviar. Incluso la erudición de DuBois, el amor de Baldwin y el humor de Langston acabaron sucumbiendo a su fuerza corrosiva, cada uno de ellos forzado finalmente a dudar del poder redentor del arte, cada uno de ellos forzado finalmente a retirarse, uno a África, otro a Europa, otro a lo más profundo de las entrañas de Harlem, pero todos ellos en la misma huida cansada, todos ellos hombres exhaustos y amargados, con el diablo pisándoles los talones.

    Barack Obama (2007). “Dreams From My Father”, p.86, Canongate Books
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