-
El bien puro pronto se vuelve insípido, necesita variedad y espíritu. El dolor es un agridulce que nunca sacia. El amor se convierte, con un poco de indulgencia, en indiferencia o repugnancia. Sólo el odio es inmortal.
El bien puro pronto se vuelve insípido, necesita variedad y espíritu. El dolor es un agridulce que nunca sacia. El amor se convierte, con un poco de indulgencia, en indiferencia o repugnancia. Sólo el odio es inmortal.